Cuando se trata de hacer cine, no todo lo que brilla y se intercambia es oro.

El trueque fue una de las primeras formas de intercambio en nuestra América Latina y como muchas y muchos sabemos fue realizado entre distintas tribus del continente. Entre indígenas americanos el trueque se ha juzgado como parte de un comercio justo pre-colombino, sin embargo en contradicción, el posterior trueque entre indígenas y conquistadores acabo por ser un reclamo permanente de la historia para aquellos que se aprovecharon de la ignorancia de unos para el enriquecimiento de otros.


En la actualidad la palabra intercambio pocas veces nos remonta a esos tiempos de ausente cinematografía y cámaras no inventadas. En Honduras nuestra primera referencia es más bien la de intercambio estudiantil, ese que hacen los adolescentes para estudiar un año en el extranjero y regresar con manías poco convencionales como tatuajes, vestimentas y cortes de pelo extravagantes. Y usted dirá - ¿Qué diablos tiene qué ver eso con el cine? -.

Entre escuelas de cine el intercambio estudiantil también es muy común y se aprovecha para el desarrollo de habilidades técnicas entre estudiantes de distintas partes del mundo. Yo fui parte de un intercambio de cine, pero no entre escuelas. Gracias al Programa de Intercambio Laboral para el Desarrollo de la Cinematografía de Centroamérica y el Caribe financiado por la organización Noruega Fredskorpset, tuve la oportunidad de aparecer al inicio del año 2006 en los titulares de un diario nacional (Hondureña en el Cine Chapín, decían) y me fui a Guatemala a trabajar en Casa Comal (www.casacomal.org), una de las productoras más reconocidas de la región y encargada de organizar el afamado Festival Ícaro (www.festivalícaro.com).


A pesar de las luces y el aparente estrellato, la experiencia fue difícil, aunque fuera lo que siempre soñé e idealice. El largometraje en el que trabajé se llama VIP… la otra casa (www.viplaotracasa.com) y fue la película más taquillera de los últimos meses de 2007 en Guatemala. A pesar de lo que la publicidad proyecta, no es una película de Hollywood. Esta producción costó mucho más sacrificio y trabajo extra que dinero o efectos especiales.


Todavía se me hace difícil creer que en nuestra región para hacer una película me tuvieron que llevar a trabajar al país vecino, para que alguien se ocupara del vestuario de cinco actores y actrices, en medio de una cárcel real como set, con los presos como extras, porque la directora de fotografía era también la directora de arte y necesitaba que yo, la también asistente de producción, la apoyara con el vestuario. ¿Le suena una locura? Créame que lo fue, pero las consecuencias fueron maravillosas, recuerdos y experiencias tan formativas como lo hubiera sido una clase en cualquier escuela de cine poco escolástica.


Los resultados fueron tan buenos que ahora el intercambio se extendió. Los y las hondureñas que queremos hacer cine no sólo podemos ir pa’Guate, sino también pa’Cuba. En la isla ya se encuentra Denis García, Licenciado en Arte con especialidad en Música por la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (www.upnfm.edu.hn), para trabajar como asistente en la cátedra de sonido de la Escuela Internacional de Cine y TV en San Antonio de los Baños (www.eictv.org).

Recordando el párrafo inicial, no crea que volvimos a cambiar oro por espejos, esta vez no. Durante 2007 por acá anduvo el realizador guatemalteco Carlos de Valle quien nos dejó varios audiovisuales (ver http://www.youtube.com/delvalle99cl) y este año viene Claudia Barrientos de El Salvador, una joven fotógrafa que aportará otra mirada al cine hondureño y acompañará el que hacer audiovisual del país. Este intercambio y convergencia entre países americanos alrededor del cine me resuena felizmente el espíritu de aquellos primeros trueques entre hombres y mujeres de maíz.

Para cerrar me gustaría hacer referencia a algunas palabras del cineasta y teórico cubano Julio García Espinoza: Una cosa es idealizar el mundo, y otra, que los ideales de uno logren tener un lugar en el mundo. ¿Y porqué finalizar con esto? Es que yo creo que la idea está incompleta, no sólo son los ideales de uno, no sólo un lugar, ¡son varios!, en la cabeza, en las manos y el corazón de cada una de las personas que cooperan y comparten el anhelo de hacer otro cine posible.



Para más información sobre el programa de intercambio contactar al Coordinador en Guatemala: Rafael Rosal / rafa@casacomal.org.



Públicado también en:
N° 320 Revista SIN CORTES Edición Internacional

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