Michael Baruch: Animación y Cine

Michael Baruch Pacheco es uno de los primeros animadores cinematográficos que ha tenido Honduras. Su obra Alberto solo le valió una mención oficial en el Festival Ícaro de Cine Centroamericano en el 2010 y es considerada el primer cortometraje hondureño de animación clásica. Recientemente el director ganó con su corto Se mía, semilla, el segundo lugar en la II Edición del Festival de cortometrajes con temática ambiental Acción Verde 2018. En esta ocasión nos acercamos a él para conversar sobre la animación y sus posibilidades en el cine.
¿Por qué la animación tiene sus propios festivales de cine o categorías especificas en la mayoría de estos? 
Porque la animación como tal, no puede ser evaluada igual que las películas de acción real; es injusto e incorrecto comparar dos técnicas totalmente diferentes en la misma categoría, esto es algo que puede ser comprobado por medio de varios aspectos.
A nivel técnico la animación requiere de mayor precisión, inversión y desarrollo para verse siempre actual en su historia. Además, a nivel estético existen cientos de formas para combinar estilos; cosa que no existe en las películas de acción real, entonces, ¿por qué juzgarlas igual?
Fue hasta el 2001 que los premios Oscar (siendo estos los más influyentes) crearon una categoría única para la animación en largometrajes y cortometrajes. La técnica de animación existe desde hace un poco más de 100 años, y cada año crece gracias a la tecnología. Cabe constatar que hace apenas diecisiete años se creó su propia categoría en Hollywood.
También, cabe aclarar que “la animación no es un género cinematográfico sino una técnica para crear obras audiovisuales” es decir, tu animación puede tener el género que desees: comedia, drama, terror, etc. Por otro lado, si una película es de acción real (o live action) no puede formar parte de la categoría animada.
Una característica que destaca a la animación por sobre las películas de acción real, es que es la categoría que siempre recupera su inversión. De las diez películas más taquilleras de la historia, dos son animadas.
¿Cuál es tu motivación principal para hacer cine animado? 
De manera local se hace poco o nada en esta categoría; es necesario alimentarla a nivel nacional y centroamericano. A nivel personal, crear historias para animar es lo mío, es mágico el proceso y la libertad que tenemos cuando construimos un universo entero, pensando en los detalles desde el punto de vista de los personajes. Es mágica también la riqueza aplicativa de las múltiples técnicas de dibujo, el sin fin de temas/ideas por visualizar, la tecnología disponible y los procesos de producción. Siempre he dicho: “Nada supera la animación desde el punto de vista de la estética narrativa”.
Cuando era mucho más joven, me di cuenta de que los dibujos animados tienen el poder de transformar cualquier idea en algo concreto, y hoy día, todavía lo creo… Me preguntaba “¿por qué los niños(as) se levantan temprano a ver sus caricaturas animadas? ¿qué representa para ellos?‘’. Ahora lo entiendo, y no se trata solo de identificar a tu audiencia con un personaje animado para que ellos lo imiten. Se trata de algo serio; creíble, propio y nostálgico. La animación siempre viene acompañada de memorias de una época, de un chiste, de un drama: los espectadores   preservan recuerdos muy íntimos con esta técnica de cine.
¿Cuál es tu más grande fantasía creativa como realizador de animación?
¡Já! Esta pregunta es difícil. Crear/dirigir una película animada para que esta fuera recordada sería algo maravilloso. En el área profesional pedagógica, me encantaría dirigir un grupo de trabajo que se convierta en una escuela de animación algún día, de donde salga no una, sino muchas piezas animadas. Que toda esta gente utilice el talento que desperdiciaría en el área publicitaria, para crear cosas que sí salgan de ellos mismos. Una escuela-estudio para jóvenes que como yo, viven apasionados por crear y contar.
Otra fantasía creativa, es poder contribuir en la previsualización de la historia nacional de manera pasada o futura, por ejemplo, poder recrear la Tegucigalpa de 1880 o imaginar la del 2400. Cuando vi la serie The Man In The High Castle quedé flechado con la idea de construir estéticas distópicas de posibles alternativas o alteraciones históricas.
¿Cómo ha sido tu caso en cuanto a la formación en el área y cuáles son las opciones que se nos presentan actualmente?
Leer, practicar y leer más: esa fue mi formación. Recuerdo que mientras estudiaba la Licenciatura en Diseño Gráfico en UNITEC había una clase llamada Diseño Gráfico y Animación por Computadora, en la que nos enseñaron a usar el programa Maya 3D (2005). Quedé muy decepcionado del docente y la clase en general me dejó una sed terrible. Decidí tomar la animación por cuenta propio, tomando cursos, talleres en línea, capacitaciones, visitando estudios y hablando con otros animadores en Centroamérica y más allá. En aquél entonces las redes sociales y las plataformas de video que conocemos hoy no estaban tan bien nutridas de contenido, y tenías que esforzarte más por obtener la información; cuando encontrabas un libro de animación o algo similar en las librerías locales era como encontrar oro. Descubrí varias empresas locales que mercadeaban la idea de enseñarte animación, pero en realidad solo te entrenaban para operar un programa de computadora al estilo de agencias de publicidad. Llegué a pensar que nunca aprendería lo suficiente para hacer animación de forma profesional, y las personas que me daban clases de animación acá, siempre estaban improvisando o leyendo el mismo libro que tenían en sus manos.
Un día me dije: Bien, veamos si estoy en el camino correcto con lo poco que se está haciendo hasta ahora y si no funciona, me dedicaré a otra cosa. Y así comenzó el proyecto Alberto Solo, en febrero del 2008. Después de 4,563 dibujos y con un grupo muy pequeño de amigos(as), a mediados del 2009 se completó la producción del corto, con ocho minutos y medio de duración.
Alberto Solo se envió al Festival Internacional Ícaro de Cine y Video. Fue hasta noviembre del 2010 que el jurado del festival, con una mención honorífica en mano, respondió mis dudas, -sí, iba por el camino correcto, no podía dejar de producir- ¡y me sentí feliz!, poco tiempo después me enteré de que habíamos hecho el primer corto de animación tradicional/clásico en Honduras.
El año pasado (2017) Se abrió la carrera de Licenciatura en Animación Digital y Diseño Interactivo en UNITEC, también se han abierto varios talleres de animación y stop motion auspiciados por diversos centros culturales. Como última alternativa, algunos centros otorgan diplomados en animación. Yo siempre recomiendo el método autodidáctico.
¿Cuéntanos de tu último proyecto Creativity Test, en qué consiste y quienes pueden participar?
Estoy construyendo un pequeño espacio virtual (y quizá físico) en el que se produzcan historias cortas (de no más de 15 segundos) siendo creadas por cualquiera interesado en aprender animación mediante recursos y pequeñas sesiones en línea, con la técnica que elija, para que sea capaz de seguir creando animaciones. Estas ‘’sesiones’’ serán para entusiastas que deseen aprender y para trastornados(as) que sientan la necesidad de contar sus historias.
La idea de todo esto es crear contenido animado, ya que, con solo ver la ausencia de participación de obras animadas nacionales en festivales de cine regionales o incluso locales, te das cuenta de la urgencia de nuevos espacios creativos para esto.
Adicional al Creativity Test, me gustaría seguir produciendo cortos animados, y por qué no, quizá cumplir esa fantasía de realizar un largometraje ani
También publicado en la revista digital: www.thefavmag.com

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